Generalmente cuando pensamos en un viaje, aparecen en nuestra mente ideas tales como sentirse feliz divertirse, recorrer lugares, degustar comidas nuevas, conocer gente, desenchufarse, cortar con la rutina, descansar. Las primeras están determinadas por eventos externos, dependen más bien del lugar en donde estemos; las otras, desenchufarse o cortar la rutina, tienen que ver más con necesidades internas: relajarnos, dejar a un lado las preocupaciones laborales, no pensar en los apremios económicos, sentirnos libres.

Estas y otras expectativas que le ponemos a los viajes se cumplen muchísimas veces, sin embargo, algunas de nuestras escapadas resultan ser completamente distintas u opuestas a lo que deseábamos.

Esto nos pasa porque ante la búsqueda de una renovación o de querer cambios o sentirnos diferentes, le ponemos a nuestros viajes la capacidad de crear una realidad distinta a la de nuestra vida cotidiana. Cuántas veces decimos en este viaje voy a comer sano, haré caminatas para ponerme en forma, no me fastidiaré con las preguntas y pedidos constantes de mis hijos, con mi esposa volveremos a ser novios.

Al respecto, creo que antes de viajar, así como tenemos en cuenta el clima del lugar al que iremos para elegir la ropa adecuada, nos ocupamos de las reservas y verificamos el itinerario, deberíamos darnos también el tiempo para preparar con la misma responsabilidad el equipaje invisible, que es tan o mas importante que el resto, y además no ocupa lugar.

En ese equipaje invisible (y poderoso) está compuesto por los aspectos internos de nuestro ser, esos que sólo nosotros conocemos y que, por lo mismo, somos responsables de reconocerlos y tenerlos presentes ante cada desafío que nos proponga nuestro viaje.

Será un valor extra que le estaremos dando a nuestros viajes si a lo largo de la recorrida, no perdemos la perspectiva respecto al valor de la empatía y la tolerancia hacia cada compañero de viaje, si tenemos conciencia de que no siempre habrá acuerdo unánime en las decisiones y disponernos a soltar el control, si tenemos presente que algunos días no estaremos bien y no será culpa de nadie.

Llevando el equipaje del autoconocimiento, la empatía, la compasión, el amor, la paciencia o el control sobre nuestras emociones negativas, nuestro viaje seguramente se acercará más a lo esperamos de él.

Buen Viaje!

Clau